Para los millones de personas que sintonizan el televisor para ver las payasadas salvajes del elenco de 'Geordie Shore' es la chica explosiva de Middlesbrough que ama ir de fiesta. Pero los años de adolescencia de Holly Hagan se vieron empañados por el intenso bullying y el odio a sí misma, que terminaron por hacer más fuerte a la persona que mayor ayuda necesitaba — ella misma.
En un extracto exclusivo para MailOnline de su nuevo libro, 'No del todo Geordie', la explosiva de 22 años revela que comenzó a auto-lesionarse después de sostenidas y viciosas críticas sobre su aspecto y peso que la empujaron al borde del abismo.
El escandaloso incidente se produjo después de un particular encuentro con matones que la motivaron a encerrarse en un cuarto de baño. Escribe: "Me fui a casa esa noche y me cerré en el baño. Me miré en el espejo, mi cara estaba inundada de lágrimas y rímel".
"Me quedé mirando mi imagen durante un tiempo inusualmente largo, prestando atención a cada uno de mis atributos para tratar de entender por qué todo el mundo pensaba que era tan fea. Me hubiera gustado ser más delgada y más guapa. Cuanto más me miraba, más asco me daba el reglejo que tenía ante mí. Me hizo volver loca y no tenía a nadie más que a mí misma para salir adelante".
En un extracto exclusivo para MailOnline de su nuevo libro, 'No del todo Geordie', la explosiva de 22 años revela que comenzó a auto-lesionarse después de sostenidas y viciosas críticas sobre su aspecto y peso que la empujaron al borde del abismo.
El escandaloso incidente se produjo después de un particular encuentro con matones que la motivaron a encerrarse en un cuarto de baño. Escribe: "Me fui a casa esa noche y me cerré en el baño. Me miré en el espejo, mi cara estaba inundada de lágrimas y rímel".
"Me quedé mirando mi imagen durante un tiempo inusualmente largo, prestando atención a cada uno de mis atributos para tratar de entender por qué todo el mundo pensaba que era tan fea. Me hubiera gustado ser más delgada y más guapa. Cuanto más me miraba, más asco me daba el reglejo que tenía ante mí. Me hizo volver loca y no tenía a nadie más que a mí misma para salir adelante".
"Mis ojos se fijaron en una maquinilla de afeitar que estaba al lado del armario del baño. Antes de darme cuenta, había tomado el utensilio y lo sostuve hasta la luz cuidadosamente entre mis dos primeros dedos. Lo giré, viendo cómo la luz rebotaba en el borde liso y luego sin pensarlo dos veces, me lo clave en el muslo y comencé a rasgarme la piel".
"Hice un corte profundo y vi como la sangre goteaba. Fue como una liberación instantánea. Me acosté en el suelo, llorando y temblando. Buscando cierta fuerza interior, pero siempre era en vano. Los ojos me ardían y tenía la boca seca, tratadaba de chupar el aire y parecía más gruesa. Apoyé la frente contra la puerta, tratando de averiguar por qué lo había hecho. Me miré el muslo que todavía estaba goteando sangre y cerré los ojos, como si todo fuera una pesadilla".
En el libro de memorias, Holly echa la vista atrás a sus problemas de peso, y señala una situación embarazosa con tan sólo 10 años: "Recuerdo exactamente lo que desencadenó mis problemas de peso como si fuera ayer. Fue en una discoteca de la escuela cuando tenía diez años. Llevaba la misma falda que cualquier otra chica, pero la mía era tres tallas más grande, todo el mundo me humilló por ello".
"Hice un corte profundo y vi como la sangre goteaba. Fue como una liberación instantánea. Me acosté en el suelo, llorando y temblando. Buscando cierta fuerza interior, pero siempre era en vano. Los ojos me ardían y tenía la boca seca, tratadaba de chupar el aire y parecía más gruesa. Apoyé la frente contra la puerta, tratando de averiguar por qué lo había hecho. Me miré el muslo que todavía estaba goteando sangre y cerré los ojos, como si todo fuera una pesadilla".
En el libro de memorias, Holly echa la vista atrás a sus problemas de peso, y señala una situación embarazosa con tan sólo 10 años: "Recuerdo exactamente lo que desencadenó mis problemas de peso como si fuera ayer. Fue en una discoteca de la escuela cuando tenía diez años. Llevaba la misma falda que cualquier otra chica, pero la mía era tres tallas más grande, todo el mundo me humilló por ello".
"Esos comentarios siempre quedarán grabados en mi cabeza. A partir de entonces empecé a fijarme en las formas corporales de todos mis amigos y me di cuenta de que era más grande que ellos. En realidad, no se me había ocurrido antes, pero puedo localizar el inicio de todos mis problemas con el peso y la confianza en mi cuerpo en esa discoteca de la escuela. A los 10 años de edad, me sentí como un hipopótamo y nadie debería sentirse así a una edad tan temprana".
"Todavía me molesta ahora, cuando pienso en cómo algunos comentarios sin sentido han tenido un efecto tan profundo en mi vida de adulta. Estos sentimientos de inseguridad y no aceptación han estado a la vanguardia de mi mente durante tanto tiempo como puedo recordar".
Pero incluso en casa, no podía escapar del acoso constante. Y añade en el libro: "Lo peor solía suceder en las noches de domingo. Todo el mundo estaba on-line y me bombardeaban llamándome todo tipo de motes, como 'gorda asquerosa' o 'puta rata' y diciéndome que me merecía una buena paliza".
Los dardos envenenados finalmente se convirtieron en violencia real de vuelta en la escuela, cuando Holly fue atacada por una banda de chicas.
"Las tres me siguieron para batearme con sus puños. Me tiraron del pelo y me arrastraron por el suelo, por lo que estaba preparada para un buen golpe. Cada vez que trataba de levantarme y salir corriendo, una de ellas me arrastraba hacia atrás y me daba otra patada. No dije una palabra. No quería parecer una chivata. En mi escuela, era importante que no bajaras la mirada, así que sólo recibí lo que quisieron darme".
"Me empujaron la cara al suelo y podía sentir la suciedad alrededor de mi boca mezclada con sangre. ¿Y sabes lo que hizo que todo empeorase? Que prácticamente toda la escuela estaba viendo esta violencia sin sentido y ni una persona trató de separarnos".
Pero incluso en casa, no podía escapar del acoso constante. Y añade en el libro: "Lo peor solía suceder en las noches de domingo. Todo el mundo estaba on-line y me bombardeaban llamándome todo tipo de motes, como 'gorda asquerosa' o 'puta rata' y diciéndome que me merecía una buena paliza".
Los dardos envenenados finalmente se convirtieron en violencia real de vuelta en la escuela, cuando Holly fue atacada por una banda de chicas.
"Las tres me siguieron para batearme con sus puños. Me tiraron del pelo y me arrastraron por el suelo, por lo que estaba preparada para un buen golpe. Cada vez que trataba de levantarme y salir corriendo, una de ellas me arrastraba hacia atrás y me daba otra patada. No dije una palabra. No quería parecer una chivata. En mi escuela, era importante que no bajaras la mirada, así que sólo recibí lo que quisieron darme".
"Me empujaron la cara al suelo y podía sentir la suciedad alrededor de mi boca mezclada con sangre. ¿Y sabes lo que hizo que todo empeorase? Que prácticamente toda la escuela estaba viendo esta violencia sin sentido y ni una persona trató de separarnos".
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